Ella no estaba loca, estaba sana, pero a momentos como producto de ciertas cosas, se volvía loca. ¿Y es que eso acaso tiene algún sentido?...
Ella no era loca, ella simplemente estaba rota y lastimada.
Estaba herida, mucho más herida de lo que aparentaba cuando estás cosas que la lastimaban pasaban.
Y era trágico de ver, porque una persona normal y en su sano juicio se preguntaría ¿Cómo es que a una chica como ella esto le puede suceder? Si sus intenciones no son malas y sólo trata de vivir la vida feliz y relajada; pero he ahí el caso, el problema no era aquella chica, sino que lo era quién le causaba daño logrando hacer que ella se sintiera tan herida, rota y lastimada.
Ella no era loca, ella simplemente estaba cansada de sentir todo ese dolor.
Estaba cansada al punto que en ocasiones era capaz de intentar hacerse daño aunque no lo quisiera.
El problema en todo esto radica en que quién ha dañado tanto a esta chica ¡No entiende la forma en que ésta se siente y tampoco intenta hacerlo!. Simplemente la deja ahí, hundiéndose, sin si quiera ser capaz de ponerse en el lugar de aquella chica por un mísero segundo.
Ella no era loca, ella simplemente estaba en oscuridad, a punto de convertirse en oscuridad también.
Estaba en oscuridad cada vez más cercana al punto de rendirse sin mirar atrás.
Todo lo que ella pedía, era un poco de comprensión por parte de quién tanto daño le hacía; ella sólo quería que la comprendieran o por último que no la juzgasen de esa manera, tan cruel y despiadada.
Ella no era loca, ella simplemente estaba ahí, sentada en su habitación, esperando que quién la dañaba tanto pudiese por fin entender y notar todo el daño que ésta le hacía.
Estaba ahí, sentada en su habitación, esperando o deseando que las cosas no le afectarán tanto.
Cansada.
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